EDITORIAL

Lectura de textos científicos en ciencias de la salud

y cómo optimizar la autoformación profesional

 

Reading of scientific texts in health sciences
and how to optimize professional self-trainin


Recibido: 21-09-2022

Publicado: 30-09-2022

DOI: https://doi.org/10.47464/MetroCiencia/vol30/3/2022/3-5

Revista MetroCiencia
Volumen 30, Número 3, 2022
ISSNp: 1390-2989 ISSNe: 2737-6303
Editorial Hospital Metropolitano

Lectura de textos científicos en ciencias de la salud y cómo optimizar la autoformación profesional

Reading of scientific texts in health sciences and how to optimize professional self-training


La lectura clásica de un documento científico (artículo de una revista, capítulo de un libro de texto), se realiza convencionalmente mediante la revisión secuencial de sus diferentes secciones, a saber: título, resumen, introducción, metodología, resultados, discusión y conclusiones1. Sin embargo, es bien sabido que los lectores en general revisan rápidamente los títulos y solo algunos pasan al resumen y a las conclusiones. Cuando existe algún interés particular, se leen los resultados y, en menos ocasiones, la discusión. Este método tradicional ha sido descrito como de “lectura pasiva”; se trata de una metodología laboriosa, aburrida e ineficiente, pues el aprendizaje que se obtiene de ella es limitado. La lectura pasiva ya fue descrita como “obediencia sin propósito” por un académico de Harvard2, haciendo referencia al orden estricto con el que debe seguirse la lectura del texto.

Durante la formación del profesional de la salud y durante su vida profesional, la autoformación es un elemento fundamental de aprendizaje y actualización. La lectura pasiva, como hemos visto, no es la mejor herramienta. Por el contrario, la “lectura activa” es un método más útil y productivo. Consiste en leer el documento con el requisito de tener, previamente elaborados, interrogantes que surgen de las necesidades particulares de aprendizaje de cada lector o de circunstancias propias de su actividad profesional y práctica clínica diaria. Es decir, el lector buscará dirigidamente en el documento las respuestas a sus necesidades3. De esta manera, la lectura pasa a ser altamente selectiva dado que la atención se focaliza solamente en las partes del texto que le interesan al lector. El resultado es una lectura más rápida y productiva, junto con un aprendizaje que se optimiza y se disfruta mejor al prolongarse el tiempo en que se puede mantener una buena concentración.

Para la lectura activa, el lector debe saber qué es lo que quiere revisar y debe plantear sus propias preguntas (Tabla 1) haciendo una evaluación crítica del texto para entender en profundidad el diseño experimental del estudio y sus resultados4. Lo fundamental es que la lectura se focaliza en la propia y particular perspectiva del lector para buscar respuestas a sus propias preguntas y necesidades.


Tabla 1. Preguntas indispensables antes de leer un artículo científico.

  1. ¿Cuáles son las preguntas que los autores están tratando de contestar en su artículo y por qué esto es importante?
  2. ¿Si este fuera el tema de mi tesis, qué tipo de abordaje experimental utilizaría yo para evaluar el problema?
  3. ¿Qué clase de datos necesitaría generar yo para sustentar las conclusiones de mi documento?
  4. ¿Cómo estas conclusiones se ajustan a mi entendimiento previo sobre el tema?

Pueden encontrarse respuestas breves a las 4 preguntas al leer el resumen y la introducción. Es útil, en este punto, escribir las respuestas propias del lector, sobre todo con la ayuda de una revisión bibliográfica breve de unos pocos artículos previos sobre el tema. Ya lo dijo Santiago Ramón y Cajal: “es importante seguir la historia del problema, rendir un tributo de justicia a los académicos que han publicado previamente sobre el tema y abierto el campo de investigación para nosotros”5.

Las respuestas más precisas se consiguen al leer la sección de resultados. La lectura de esta sección requiere de mayor concentración, siendo ideal durante la misma, colocarse en los zapatos del autor y tratar de imaginar qué figuras, tablas y conclusiones plantearía el lector. Más tarde, se comparan estas “predicciones” del lector con las expuestas por el autor. Este método va mejorando poco a poco con la práctica y con el mayor conocimiento que se vaya adquiriendo sobre el tema. Al mismo tiempo, la lectura activa permite mejorar la capacidad de escribir artículos científicos, pues el lector, tarde o temprano, también pasará a ser un autor.

Re-aprender cómo leer documentos científicos puede ser una propuesta siniestra, pero la lectura activa realmente le permite al lector un entendimiento más claro y una progresión más rápida en su aprendizaje, siendo un elemento fundamental en la autoformación.

Si lees con preguntas pequeñas, aprendes poco. Si lees con grandes preguntas en mente, aprendes mucho. Si lees sin preguntas, no aprendes nada.